Irene Mercedes Del Valle Aguilera Monroy
Psicólogo, Consultora Silver, Coach de vida y de emprendimientos. Desde el 2018 se ha convertido en especialista de la tendencia Silver y trabaja por cambiar puntos de vista sociales sobre el tema de los plateados.
Hoy en día ser abuela constituye un rol el cual plantea retos muy interesantes; por una parte, nos invita gracias a nuestra perspectiva de vida, a disfrutar de esta condición, con intensidad amorosa, celebrando ese vínculo y dándole soporte a nuestros hijos en la crianza de nuestros nietos con orgullo y sobre todo sabiduría.
Sin embargo, el rol de abuela/abuelo, también nos confina o nos “toma” a desempeñar un restringido número de comportamientos y nos obliga, desde un modelo tradicional patriarcal, a abandonar otros que necesitamos rescatar, revisar y crear para conservar nuestra salud mental y disfrutar nuestra vida.
El aspecto luminoso de ser abuela es maravilloso y es capaz de permitir el desarrollo de un potente vínculo afectivo, el cual es necesario para nosotros y nuestros nietos; nos convertimos en el conector con lo mágico, con los hilos de nuestra historia y, como abuelos, quienes si nos tomamos nuestra labor en serio, nos transformamos en una plataforma psíquica que contribuye a darle estructura y contención a nuestros nietos, brindando educación, más allá de la instrucción. Los nietos sin duda son el verdadero terreno de la ternura.
Sin embargo, hay un aspecto sombrío que se debe identificar y observar: dicho rol nunca debería ser un obstáculo para generar otros espacios creativos, privados y personales, los cuales aseguran el logro de un balance interno, en el cual, nuestro desarrollo personal y físico se pueda mantener en crecimiento y nos permita vivir en plenitud personal.
Ser abuela no es un estado de vida. Ser abuela no es una descripción de nuestra existencia es una parte de ella, tampoco indica que hemos llegado evolutivamente a un estado vital que eclipsa otros aspectos de nosotros mismos. No nos “convertimos” en abuelos.
Por otra parte, frecuentemente el término abuela o abuelo se utiliza despectivamente y refiere a condiciones de deterioro, especialmente en el mundo femenino. “Ella ya es una abuela” es una expresión de incapacidad, de que ya llegó a una edad la cual detona un declive. De hecho, en muchos contextos el decir para nuestros “abuelitos y abuelitas” hace referencia a enfermedad y cercanía a la muerte.
Una abuela comprometida con la gracia de su propia existencia, a pesar de las limitaciones propias de su edad, puede estar lucida, disfrutar de la vida, ser activa, productiva y sobre todo feliz, independientemente de sus nietos. No “succiona” vida de sus nietos, por falta de hacer consciencia de sus propios procesos personales, por el contrario, provee un amor genuino y libre, porque está viva, en todo el sentido de la palabra.
Ser abuela entonces es un papel, no un estado de vida, ni un estado civil, ni una profesión, es la descripción de un vínculo que se disfruta y no debe limitar ninguna posibilidad vital.
Ser abuela no es una condición de deterioro, ni tampoco debe ser un recurso para manipular a los hijos de ninguna forma. Somos personas-abuelas o abuelos. Seguimos siendo almas que les gusta ir al cine, estudiar, pasear, viajar, tomar café con una amiga, bailar, amar y sobre todo ser respetadas en su individualidad, cultura e identidad.
Disfruta del episodio: la Rebelión de Los Abuelos con Irene Aguilera Monroy.
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